Las fracturas de estrés son el resultado de una acción muscular repetitiva que supera la potencia del hueso y su capacidad de remodelamiento normal. Es decir, la excesiva solicitación de alguna parte del cuerpo, generalmente los pies) y la falta de la regeneración requerida para esos esfuerzos.En esta lesión, la causa no es un golpe o un impacto sino la suma de múltiples esfuerzos por encima de la capacidad de recuperación del hueso. Los músculos tiran repetidamente del hueso al que se unen, a largo plazo lo agotan sin dejarle recuperarse y terminan por provocarle fracturas o fisuras. La localización del dolor está relacionada con el tipo de actividad física realizada. Una de las más frecuentes es la fractura localizada en tercer o cuarto metatarsianos en el pie, aunque también pueden localizarse en la tibia y la pelvis. Pueden presentarse en personas normales con un incremento de su actividad física o tras un estrés relativamente normal en un hueso patológico como se observa en algunas enfermedades. Los deportistas, al realizar ejercicios de carácter intenso o repetitivo, disminuyen la capacidad de los músculos para absorber parte de las fuerzas, las que se transmiten al hueso en mayor medida.
Los síntomas que se presentan son: dolor insidioso relacionado con la actividad que cede con el reposo del miembro afectado (con la actividad continua y la consecuente afectación ósea, el dolor usualmente se vuelve constante), edema, aumento de temperatura y eritema. En algunos casos el dolor disminuye tras un tiempo de ejercicio pero la lesión persiste y el dolor reaparece al finalizar el ejercicio.